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TEXTOS TERCER TRIMESTRE


TEXTO 12
La lectura de la segunda entrega del quinto informe del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change)  publicado hoy 31 de marzo es muy alarmante. El estudio trata de las consecuencias observables del cambio climático, y hace hincapié en tres aspectos fundamentales: la producción de alimentos, la distribución de los recursos hidrológicos y la propagación de enfermedades. Esta entrega del IPCC se ha realizado en base al análisis de más de doce mil publicaciones científicas, es extremadamente rigurosa y se centra en posibles escenarios futuros pero también  en las consecuencias observables en la actualidad. Hay, según el informe, una relación directa entre pobreza y aumento de las temperaturas.
Los países mediterráneos y las zonas subtropicales son y serán en el futuro las más afectadas por el aumento global de las temperaturas, porque se sumarán dos variables que afectarán negativamente a la producción agrícola: de un lado, la menor disponibilidad de agua; de la otra, el descenso de la producción por el aumento de la temperatura. En países como España, el aumento de temperatura disminuirá nuestra producción agrícola, a pesar de que algunos cultivos, como el olivo, puedan beneficiarse. Además, el aumento de temperatura contribuirá, y de hecho ya contribuye, a una producción más temprana en los países del norte de Europa: nuestros clientes naturales pueden convertirse en nuestros competidores. Una mejora del clima en el norte de Europa, además, puede incidir negativamente en el desarrollo de nuestra principal industria, el turismo. En los países en vías de desarrollo, el descenso de la producción alimentaria y de la disponibilidad de agua debilitarán a una población ya de por si mal nutrida que deberá enfrentarse a enfermedades y plagas, desplazamientos masivos de población  y conflictos armados por la disponibilidad de recursos, entre otros los recursos pesqueros, también en franco declive en las últimas décadas, sobre todo en lo que se refiere a las especies más consumidas.
En los últimos años, y causa de la crisis económica, los problemas medioambientales relacionados con el cambio climático parece que han quedado relegados en las agendas de los distintos gobiernos. La administración de Obama, en principio proclive a tomar cartas en el asunto, no ha abordado el tema con seriedad, y se ha volcado en la obtención de energía barata a partir de la explotación masiva del gas de esquisto y en hacer declaraciones grandilocuentes sin consecuencias prácticas.  El otro gran gigante económico, la China, es absolutamente reacia a tomar ningún tipo de medida, y eso a pesar de los graves problemas de contaminación del aire y de los acuíferos que sufren sus áreas más pobladas. Sin la implicación de la China y de los EUA, el problema no solo se agravará en el futuro, si no que puede llegar a colapsar el sistema económico internacional.
Según el IPCC el cambio climático puede ralentizar y frenar el crecimiento económico global y hacer mucho más difícil la reducción de la pobreza. [Cuando los gobiernos oyen hablar del cambio climático  miran disimuladamente hacia otro lado, pero la realidad es muy tozuda y más tarde o más temprano se la encontrarán de cara]. Esperemos que entonces, no sea ya demasiado tarde.
Pobreza y cambio climático. Jaume Grau. Público

TEXTO 13
Las sociedades modernas tienen cuatro modalidades y agentes de acción social orientadas a resolver, paliar, ayudar, acompañar, etcétera, a las personas que se encuentran en estado de necesidad social. En primer lugar, la ayuda personal y directa de familiares, vecinos, e incluso organismos informales de voluntariado, sin apenas estructura jurídica. La Administración sería el segundo y más importante de estos agentes. Es su implantación regulada y generalizada la que nos permite hablar de un Estado de bienestar que se pretende universal en una serie de prestaciones básicas: sanidad, desempleo, dependencia social, pensiones de retiro, de viudedad, etcétera, etcétera. Que ahora esté en declive hace que las otras formas de acción social adquieran mayor relieve.
Un tercero, la acción social de carácter privado. Un ejemplo son las pensiones privadas para aquellos que, a lo largo de su vida, han podido detraer parte de sus ingresos y colocarlos en fondos de pensiones en previsión de su edad avanzada. En este momento conforman cantidades ingentes de dinero en el planeta, masa monetaria en manos de un número reducido de personas, de los que realmente cabe decir que son los amos del mundo. Sus movimientos financieros pueden arruinar estados.
El cuarto, el denominado Tercer Sector con un papel relevante de la Iglesia. Lo conforma el voluntariado social y las entidades sociales prestadoras de servicios, muchas veces organizados en oenegés u organismos privados sin ánimo de lucro. Quizás el ejemplo más visible, pero no único en absoluto, sea Cáritas. Desde siempre se ha debatido si estos organismos no suplantan a la Administración. Más aún, si le permiten lavar la cara pues acogen a personas, muy vulnerables, que no tienen encuadre en las rigideces y burocracias administrativas donde, ya de entrada, se pierden.
No faltan tampoco quienes les critican –y aquí el hueso es más duro de roer–, porque estos organismos no se limitan a la labor asistencial a los necesitados sino que protagonizan, con estudios, testimonios y protestas las fallas del Estado de bienestar. Personalmente voy más allá: el Tercer Sector es ya un preludio de que otra economía es posible. Es la economía social que, a diferencia de la de mercado cuyo fin es la maximización de beneficios, tiene como objetivo la dignidad de la persona y pretende establecer una sociedad del bienestar, de la solidaridad, de la fraternidad. Sin renunciar al Estado de bienestar al que como ciudadanos tenemos derecho.

Una economía solidaria. Javier Elzo. La Vanguardia.

Análisis sintáctico: Desde siempre se ha debatido si estos organismos no suplantan a la Administración, Pues acogen a personas muy vulnerables, que no tienen encuadre en las rigideces y burocracias administrativas, donde se pierden.

TEXTO 14
A los padres no nos gusta ver sufrir a nuestros hijos. Es lícito y natural que deseemos su bienestar y que procuremos favorecerlo. Tan sólo unos padres con algún trastorno o carencia grave podrían alegrarse del padecimiento de los hijos e incluso provocarlo. Pero desear la felicidad de los hijos no significa hacerles las cosas fáciles ni esconderles la cara amarga de la vida. Si queremos que sean capaces de encarar dificultades y situaciones adversas, y que salgan bien parados y fortalecidos, tienen que poder experimentar desde pequeños. No hace falta que les pongamos trabas adicionales, pero tampoco les tenemos que ahorrar las dificultades que se presenten.
Sorprende que actualmente haga falta organizar talleres y actividades para que las criaturas experimenten la frustración, cuando tendría que ser un aprendizaje inherente a la vida misma. Es absurdo, aparte de iluso, pretender resguardar a los niños en una especie de burbuja. Tarde o temprano, la adversidad llamará igualmente a su puerta y lo único que habremos conseguido tratando de evitarla y de postergar el padecimiento es hacerlos frágiles o ineptos para afrontarla.
Los traspiés y las tristezas son necesarios, además de inevitables. Hay cosas que sólo se aprenden cayéndose y hay caídas que suponen impagables lecciones de humanidad, de fortaleza, de humildad y de madurez. Sólo si dejamos que nuestros hijos tropiecen y se caigan, podrán desarrollar habilidades para levantarse. Sólo si permitimos que experimenten dolor, frustración, impotencia, irritación y otras emociones difíciles, aprenderán a transitarlas sin caer en un pozo y a mitigarlas y superarlas sin tener que recurrir al consumo de ansiolíticos o a otro tipo de adicciones.
[Parece mentira que siendo tan obvio, estén tan en boga los llamados “padres helicópteros”, que sobrevuelan constantemente a los hijos para controlar cada paso que dan] y evitar cualquier riesgo, y los “padres quitanieves”, que van por delante de los hijos aplanándoles el camino y retirando cualquier obstáculo. Un gran error si tenemos en cuenta que la sobreprotección es una forma de cariño que perjudica a los menores, ya que los deja indefensos ante la vida. Quien no se ha dado nunca un porrazo es difícil que se convierta en una persona emocionalmente competente. El amor que hace bien y que ayuda a crecer es el que puede soportar el padecimiento de ver sufrir a los hijos, aunque a veces se nos rompa el corazón, porque sabe que de las piedras del camino se pueden extraer perlas y de los resbalones nuevos pasos de madurez.

Dejemos las piedras. Eva Bach Cobacho. La Vanguardia.


TEXTO 15
Los dos últimos estudios presentados por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, promovido por la FAD, analizan cómo la crisis está afectando a nuestros jóvenes en muy diferentes ámbitos. Y cómo será su futuro, después de atravesarla. Hay aspectos sin duda descorazonadores. Parece que la sombra de la crisis se extenderá en nuestro país por lo menos durante otros cinco años. Así lo atestiguan los pronósticos de los expertos consultados que confirman que el escenario económico, social y político de España estará todavía condicionado por la inestabilidad estructural actualmente en curso, por una marcada precariedad laboral y por una disminución de las rentas familiares que supondrán un riesgo de exclusión social para muchas familias. De hecho, las familias seguirán representando los centros neurálgicos para hacer frente a la crisis, aunque sea con una capacidad de ahorro y un poder adquisitivo que, en términos generales, serán cada vez menores y las dificultades sociales que afectan a algunos hogares debilitados por la crisis se transformarán en riesgos de exclusión y pobreza concretos en cinco años.
Los datos nos pueden llevar a una visión pesimista de nuestro futuro, pero también hay datos que, en mi opinión, arrojan esperanza y suponen un avance. Fundamentalmente aquellas pistas que nos indican que los jóvenes están tomando las riendas de las nuevas formas de movilización y apostando por un compromiso colectivo. De hecho, los expertos indican que su identidad social pasará de la acepción de pasota a un perfil activista comprometido con la realidad en la que viven y un más alto civismo que contagiará al resto de nuestra sociedad durante los próximos cinco años.
En contrapartida, parece que crecerá la desafección hacia los partidos y los sindicatos. El compromiso público de los jóvenes se manifestará a través de nuevas formas de participación y protesta para cuestiones sociales concretas que afectan al país, desembocando en opciones políticas novedosas, capaces de recoger sus votos, como está ocurriendo en Grecia e Italia. Se apoyarán en un marco de movilización permanente, manteniendo la influencia moral y la ilusión de los que organizaron el 15-M. Los adolescentes del 2018 se sumarán a estas iniciativas y desempeñarán un rol como actores de cambio en el 2022.
Apoyarlos, construir entre todos el marco del futuro que queremos alcanzar es una responsabilidad que los adultos no podemos obviar. No cometamos ese error histórico y nos lamentemos después.
Activistas comprometidos. Ignacio Calderón. La Vanguardia.
Análisis sintáctico: Los datos nos pueden llevar a una visión pesimista de nuestro futuro, pero hay datos que arrojan esperanza y pistas que nos indican que los jóvenes están apostando por un compromiso colectivo

TEXTO 16

Aunque hace más de dos mil años se sabía que hablar en público y comunicarse con eficacia era clave para triunfar en la sociedad, en el mercado actual pocos son los centros y las universidades españolas que enseñan a sus alumnos el arte de la oratoria de Sócrates, Cicerón o Quintiliano. Por ello, algunas universidades, centros de emprendedores y cámaras de comercio han puesto en marcha iniciativas que están acercando a los estudiantes, emprendedores y profesionales a esta materia mediante conferencias, talleres y cursos de formación para potenciar sus habilidades en oratoria. Hablar en público con eficacia y seguridad no sólo ayuda a crear mejores profesionales, empresas más competitivas o líderes capaces de elaborar discursos persuasivos, sino que también aumenta la autoestima y confianza personal, potencia las relaciones y permite desarrollar la inteligencia emocional, este es el mensaje que transmito a mis alumnos en los cursos que imparto sobre esta materia.

En nuestra sociedad no es difícil encontrar reuniones de trabajo interminables, clases donde los alumnos acaban aburridos o presentaciones que no cumplen las expectativas; todo ello debido a una falta de dominio de la palabra oral. Aprender a sintetizar las ideas clave, conocer a nuestro interlocutor antes de hablar o preocuparnos por entregar algo útil al público son elementos clave para comenzar a mejorar nuestras habilidades de comunicación.

Comunicar bien la idea de un proyecto o servicio es clave para que consiga tener éxito. [Se puede tener el mejor producto, pero si no sabes transmitirlo ni comunicarlo, nadie acabará por comprarlo]. Será una idea más que ha quedado en el baúl del olvido. Para ello, lo mejor es realizar una excelente preparación, presentar la idea de proyecto a amigos, familiares y potenciales clientes, escuchar activamente sus opiniones y perfeccionar las partes que necesiten mejora.

Para perfeccionar el arte olvidado de la oratoria de Cicerón, empieza por analizar las técnicas de Steve Jobs, Barack Obama o las conferencias TED. Investiga, lee y fórmate sobre la materia. No basta con saber o aprender, sino que hay que ponerlo en práctica. Aprovecha la siguiente reunión o propón impartir conferencias.

Recuerda que, cuanto más se practica, más experiencia se consigue y mejor se transmiten los proyectos.

El arte de la oratoria. Agustín Rosa. La Vanguardia.


TEXTO 17
Un trabajador con una larga y estable trayectoria laboral pierde su puesto de trabajo, experiencia que comparte con millones de trabajadores en la actualidad, pero se siente solo. ¿Es un parado?, entendiendo por ello el calificativo que en los últimos decenios significaba pasar una temporada con una prestación mientras se buscaba un nuevo empleo que se conseguía habitualmente a corto o medio plazo.
Hoy no es así, este trabajador, probablemente endeudado y con cargas familiares, sabe que su situación va para largo, que no hay ofertas de trabajo, que cuando encuentre trabajo ganará mucho menos y en muy peores condiciones laborales que las anteriores y que el nuevo sueldo no le permitirá mantener el nivel de vida al que había llegado. Además sufrirá el miedo a entrar en el círculo infernal de la pobreza y la marginación. Todo su mundo entra en crisis y queda suspendido en un limbo social que puede llevarlo a situaciones de abatimiento, sensación de derrota y quedarse sin perspectivas de futuro. Un cóctel explosivo que mina su autoestima, su imagen, su estabilidad emocional y sus relaciones familiares y sociales. Añadiendo en muchos casos el sentimiento de culpa por haber “derrochado” en la etapa anterior. Queda postrado ante el entorno y en un proceso de despersonalización. ¿Está deprimido?, probablemente los síntomas son de depresión, pero las causas son claramente externas y deberían ser reversibles. ¿Qué hacer desde la labor profesional en el ámbito social frente a situaciones como la descrita, tan habitual en la actualidad? Desde el ámbito social se puede y se debe evitar el hundimiento individual mediante el diseño y aplicación de acciones y programas que permitan a las personas que sufren estas situaciones reconocerse como actores de su propia vida, en sus capacidades, en sus vínculos personales y afectivos, que les hagan sentirse componentes de un grupo que comparte su misma situación y sus mismos sufrimientos. El mensaje debe ser: “no estás solo o sola”, “tienes capacidades que puedes activar si las unes a otros y las compartes”, “te conviene estar activo, hacer…”.
Sentirse personas y ejercer como tales es la respuesta a la pendiente de despersonalización que induce el sistema a través de la expulsión de los individuos y de un argumentario ideológico en el que nosotros no contamos más que como peones en una gran partida de ajedrez entre poderosos anónimos. No es cierto que ahora seamos pobres, tenemos la riqueza de nuestra inteligencia y nuestra capacidad de acción que debemos descubrir y explotar.

¿Solo ante el sistema?. Ángel Logan. La Vanguardia.


Análisis sintáctico: Se debe evitar el hundimiento individual mediante el diseño de acciones que les hagan sentirse componentes de un grupo que comparte su misma situación y sus mismos sufrimientos.

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